Armas Perú › Foros › De Pluma, Pelo, Escamas y Espinas › 14 a 0 (Catorce a cero)
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mayo 22, 2013 a las 12:36 am #23469
luchocas
Miembroleyendo el post de mi amigo Guaxupucu, me acordé de algunos tiros que fallé, como en este cuento…parte de una serie que publicaré proximamente, espero les guste.
Saludos y buena caxa!!
Luego de la cacería con Arturo, y mientras Rodolfo seguía castigado, Lito, ya más animado y con tiempo, organizó una nueva subida a los cerros de Acotama, en esta ocasión nos acompaño también Mario que estrenaba su Browning A Bolt y Lito llevó su Remington, ambas en 308. Subimos algo tarde y llegamos al portillo solo a dormir. Hasta ahora he contado cacerías con buenos resultados, pero en esta ocasión me toco perder y por goleada, y producto de esta mala experiencia fui pasto de las bromas por mucho tiempo e incluso hasta ahora me la recuerdan con burla.
La cosa es que el primer día no pudimos cazar y el segundo y de madrugada nos fuimos donde ya sabíamos que estaban, hicimos la última subida casi a oscuras y mis acompañantes pronto sintieron el cansancio producto del esfuerzo por salir de la empinada cuesta. Al coronar ya estaban ambos arrugando así que me pegué a Félix y nos descolgamos por una falda a una zona que nunca había entrado y los dejamos a los dos cuidando desde los lomos nuestro avance y la posible levantada de algún venado, como en efecto se produjo, pero no sé si por el cansancio, la falta de experiencia o por que se distrajeron fumando cosas raras no vieron ni las huellas. A pesar que un par de venadas les pasaron a escasos metros de donde se encontraban “de la manito” les digo yo por joder.
Cuando fuimos avanzando con Félix con unos rastros prometedores por lo frescos y grandes, me subí por otro lomo por donde nuestro elegido podría salir en retirada y Félix, me esperó a que llegara a cierto punto e hizo la entrada tras los rastros en una quebradita que estaba linda. Producto de esta operación tenaza, mi guía logró levantar el venado, un ocho puntas muy grande y aunque yo no lo vi, cuando me señaló su dirección con el gorro y agitando la mano, lo vi que venía como una locomotora subiendo por el zanjón justo al medio de donde yo me encontraba. Quite el seguro de mi rifle y cuando ya pensaba en cómo me lo comería y que lindo se vería en mi pared, le solté el primer tiro y nada. Me pareció increíble fallar a esa distancia, pero cargué rápido y volví a apuntarlo bonito y nada, pero el segundo tiro lo hizo cambiar de dirección y ahora se me iba a la misma altura, pero saliendo del zanjón y a meterse en otro. Apunte por el culo a la cola que ya la veía sube y baja con la banderita blanca y pum y pum. Se fue y desapareció como si nada y yo no entendía lo que pasaba. Mi compadre Félix venía subiendo y yo ya parado le señalaba el lugar por donde había salido, recargué 5 plomos más y partimos a la carrera, volteo a mirar a mis guardianes de los lomos para indicarles por donde cortarle la huida al cachudo y los vi retrasados y en el mismo lugar donde los dejamos temprano, ni siquiera habían estado en la jugada, seguían tomados de la manito.
Seguro de que ya no contaría con su ayuda, corrí hacia la cumbre y lo dejé a Félix entrar tras los rastros del venado, cuando llegué a coronar estaba con la lengua afuera y el corazón me reventaba, tomé un poco de aire y respiré profundamente unas diez veces y emprendí la marcha. Siempre me emociona el lance final, pero nunca me he puesto nervioso, al contrario, creo que he sido “sangre fría” a la hora de las definiciones, y nunca disparo alocado, soy de los que buscan un palo, una piedra o me siento y apunto tranquilo, si no, no suelto el tiro por las huiflas. La verdad no entendía lo que pasaba, revisé mi rifle y todo se veía más o menos normal, seguí avanzando por los lomos y Félix tras los rastros, aunque yo lo veía muy remoto, pensábamos que podría haberlo herido o algo y que lo volveríamos a encontrar.
Como a los diez minutos, y ya llegando a lo que bautizamos ese día como “las tres tetas”, sentí unas ramas y un bufido extraño abajo mío, cuando miré bien, eran dos venados subiendo por una de las tres tetas, no creo que haya sido el mismo, pero era un ocho puntas grande y una hembra, le metí el primero como a unos 60 metros y nada, el segundo a unos 80 y nada, le apunté alto a propósito y lo hice girar y le metí el cuarto y nada y el último se lo solté despacito y me pareció que se enterró de pico en unos montes y ya no lo vi mas, la hembra se quedó dando vueltas y correteaba de derecha a izquierda y le daba vuelta a ese monte, por lo que pensé que ya lo tenía cagado.
Llegaron para esto mis acompañantes, siempre de la manito y les expliqué lo sucedido, los puse a cada uno dominando una de las tetas y yo me quedé a esperarlo a Félix para indicarle donde debía buscar, cuando llegó, no podía creer que no encontrara nada. Me bajé y recorrimos juntos los rastros, no había sangre ni nada y al voltear vimos que los rastros se perdían en otro zanjón que daba la vuelta al cerro por donde levantamos al primero.
Dos cachonazos me dieron tiros fáciles y 10 tiros solté y nada, siempre los venados a los que había disparado antes, los tenía en el capacho. Primera vez que fallaba y de una manera tan fea, y lo peor, con un público que se convirtió en hostil…
Luego de los resondrones por ambos lados y las indicaciones para que los cazadores novatos se involucren en la jugada, les volví a indicar que se quedaran en los lomos pero que mirándonos a Félix y a mí para poder cerrarles la huida a tiros a los venados que pudiésemos levantar. Cambiamos de falda a una que no estuvo expuesta a los tiros y que fuimos recorriendo como regresando a nuestro campamento, ellos siempre por arriba nuestro y ahora si más atentos, cuando de pronto, levantamos otro macho que se fue ligerito y que nos había sentido, pero no corría así que decidí esperar y me coloqué en un lugar para apoyarme, cuando se paró a mirarnos le solté el primer tiro en tres costillas y en el mismo caso que el primero, yo confiado venia saboreándole los lomos antes de tiempo y nada, dio un salto y se volvió a parar de costadito. Le dije a mi cholo que se fije los tiros y volví a soltar el gatillo y ¡nada, por la reputa!, el venado ni se movió, lo miré a mi cholo y me dijo, no vi nada. Volví a apuntar y le solté el tercero y no se veía ni siquiera polvo.
Los de arriba empezaron a gritar y preguntar dónde estaba el venado y no sé qué chucha y de puro asado le metí con la esperanza de espantarlo y que corriera, como es común en esta cacería, loma arriba, y hacia ellos, así que le apunté a un pedrón que estaba al lado y delante del venado y ahora si vi el chispazo totalmente fuera del lugar donde apunté. Me quedaba una bala, el venado se movió y me volvió a dar tiro como a unos 150 metros y se me volvió a poner de costado, lo apunté y pensé que al cálculo sería imposible darle. Con el griterío de los de arriba, se imposibilitó la corrida por ese lado y será venado, pero no es cojudo, así que a pesar de todo lo que me rogó mi compadre Félix, no disparé mi quinceavo y último tiro y lo dejé pasar.
A mí, mis acompañantes me putearon de lo lindo y yo a ellos, les conté lo sucedido y nunca vieron el venado ni nada y empezó el hueveo que duró años, y por supuesto se lo contaron a todos los del grupo, y aunque yo conté mi versión, siempre fueron dos contra uno. Lo que sucedió y me enteré al bajar en casa de mi compadre Félix, es que su hijo mayor, Nehemías que a la sazón contaría con unos 12 años, tomó mi rifle y se puso a mirar por la mira, manipulándola y sacándola de punto mientras nosotros íbamos en busca de los caballos para cargar las cosas. Subí a la cacería con un rifle totalmente desalineado y sin saberlo. Perdí por goleada y catorce a cero. Fallé tres venadazos limpiamente y por primera vez, pero como dice el dicho y comprobé que era cierto:
AL MEJOR CAZADOR, SE LE VA LA LIEBRE…. -
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