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julio 9, 2009 a las 8:35 pm #17302supayhuahuaMiembro
Que tal les parece
http://www.adiestramientocanino.com/articulos/perro%20de%20caza/perro%20de%20caza.htm
http://www.voraus.com/adiestramientocanino/modules/wfsection/article.php?articleid=404
La caza es una herencia de épocas muy lejanas. Algunos la detestan, porque consideran no civilizado el hecho de asustar y matar animales solo con fines recreativos; otros lo practican y defienden su aspecto deportivo, ya que si por un lado el hombre ha perfeccionado sus medios agresivos, por el otro los animales, en la misma medida, han afinado sus medios defensivos.
No es éste Sitio el lugar para exclarecer una posición u otra. Si nos ocupamos de la caza es porque requiere del auxilio del perro; sólo en función de él trataremos el tema.
El hombre tropezó por primera vez con el perro, o mejor dicho con los progenitores selváticos del perro doméstico, precisamente en el campo de caza. Fue al comprobar las ventajas de una amistad recíproca que se creó, entre perro y hombre, ese vínculo tan particular que no se verificaría con otros animales.Desde la edad de piedra, por lo tanto, hasta nuestro días, cazadores y perros forman un binomio inseparable, ya que el «arte venatoria» es, esencialmente, la que utiliza en forma determinante al perro.
Una mirada al enorme número de razas caninas que el hombre ha seleccionado demuestra más que suficientemente como muchísimas variedades, hoy consideradas de compañía, surgieron originalmente para ser utilizadas en la cacería. Los terrier son un ejemplo elocuente: perros «de madriguera», hoy reducidos casi exclusivamente a una función ornamental, y esto como consecuencia de las grandes modificaciones ecológicas provocadas por la civilización industrial.
Los pueblos antiguos, en particular los euroasiáticos, aunque frecuentemente alcanzaron organizaciones sociales que podrían definirse como «modernas», tuvieron un peso muy exiguo en la destrucción y modificación del ambiente natural, sobre todo porque sus civilizaciones estaban estructuradas sobre pequeños núcleos de población.
Las llanuras del Eufrates, los desiertos de Nubia, los bosques del Líbano y Macedonia, los bosques latinos encerraban una fauna mucho más numerosa y variada que la actual; más aún: era conveniente y fácil procurarse la mayor parte de la alimentación mediante la caza en vez de roturar nuevas tierras para destinarlas a la agricultura y el pastoreo.
Los pueblos bárbaros y semibárbaros, en contacto con los límites extremos de las grandes civilizaciones, se dedicaban particularmente a la caza, a la que consideraban la única fuente constante de aprovisionamiento alimentario y de reabastecimiento de materia prima para el vestuario y los utensillos cotidianos.
Y la caza, como la guerra, se convirtió en el deber (aún no la diversión) de la clase aristocrática, que por ella podía demostrar las cualidades que la ponían por encima de sus súbditos: la fuerza y el coraje.
Pero, a pesar de la fuerza, el coraje, la habilidad, no siempre podía el cazador o el grupo de cazadores aproximarse a tiro de lanza o de arco, o al alcance de puñal, a los grandes habitantes de los bosques, desde el ciervo hasta el jabalí. Y las fieras, aún muy abundantes, constituían un peligro constante y real: el cazador debía cuidarse de convertirse él mismo en presa. ¿Qué auxilio mejor, entonces, que un amigo fiel y vigilante, también él cazador, por instinto, experto en técnicas de rastreo y acecho: el perro? Si en las grandes praderas, en la sabanas, era posible acercarse a las gacelas avanzando silenciosamente, ocultándose en los pastizales, en cambio en el corazón del bosque o en los ásperos matorrales montañeses se hacía indispensable el auxilio del perro para que la presa saliera de la madriguera, y aún para localizarla antes que ella pudiera localizar al cazador.
A medida que las relaciones entre perro y hombre fueron definiéndose, se manifestaba la conveniencia de especializar al animal para que su empleo resultase más eficaz. Alcanzada la domesticación efectiva, aún de modo inconsciente pero más probablemente con un propósito deliberado, empezó la selección de las razas. No debe olvidarse que los niveles actuales se obtuvieron gracias también a la notable maleabilidad y variabilidad genética que distingue al orden de los cánidos, la familia de mamíferos depredadores que ha tenido mayor éxito biológico.
En cierto sentido fue la necesidad común (¿O tal vez la pasión?) de la caza lo que hizo nacer la amistad entre esos mamíferos tan particulares que son el perro y el hombre; y precisamente en los perros de caza, los más afectuosos entre todos los perros, aún hoy encontramos un destello de ésta amistad en forma elemental, genuina, instintiva, y si se quiere primitiva.
Condiciones y entrenamiento
Para todo buen cazador, sin perro «no es cacería». Es realmente así, ya que los perros de caza son un colaborador elemental para éste particular deporte. En éste tipo de competición no siempre gana el can. Por su instinto, su conocimiento del territorio y su astucia, las presas deben eludir el acecho de su adversario canino.
Un buen perro de caza debe ser extremadamente inteligente, poseer una capacidad olfativa realmente increíble, tener una resistencia envidiable a la fatiga, como así también ser rápido en sus movimientos y decisiones.
En el caso de la casa menor, debemos separar las distintas clases de presas a «cazar». Por un lado, las de «pluma», como la perdiz chica, la martineta colorada, la copetona y el pato entre otros. tenemos además las presas de «pelo», como la liebre, la vizcacha, el zorro, etc.
Las razas de perros más utilizadas varían según el tipo de presas a cazar. Por ejemplo, en el caso de perdices, martinetas y liebres, podríamos hablar de perros como el Pointer y los Bracos (Kurzhar, Weimaraner) como los más «taquilleros».
Para el pato obviamente, debemos utilizar perros que además de su capacidad de excelente cazador, debe poseer condiciones de extraordinario nadador, como lo es el Setter.
Estos por supuesto, son conceptos simples sobre lo que la caza significa, como así también las razas utilizadas pueden variar a la experiencia y a los gustos de cada cazador.
En mi caso, tengo que elogiar al Weimaraner como un perro de caza realmente extraordinario, al cual yo califico como un perro «todo terreno», con un alfato increíblemente potente y una entrega por su trabajo y resistencia que cualquier perro puede llegar a envidiar.
Lógicamente, muchos cazadores no deben coincidir conmigo, ya que como anteriormente aclaré, el mejor perro de caza es aquel que a cada uno le haya dado las mayores satisfacciones.
No alcanza solamente con un buen olfato. Además el perro debe saber utilizarlo, pero esto es el fruto seguramente del entrenamiento que comienza apróximadamente a los cuatro meses de edad del can, y lleva mas o menos cinco meses de aprendizaje para contar con un buen «perro cazador».
Teniendo en cuenta éstos datos, el perro de caza perfectamente completo, por supuesto haciendo una buena preparación desde cachorro, va a estar listo recién no antes del año de edad. Obviamente, el perro de ahí en más comienza a trabajar, pero seguramente le faltarán muchas cosas por aprender, como por ejemplo, contener la ansiedad, ya que el perro «nuevo» en ésta profesión es normalmente «atropellador de sus piezas, lo que impide al cazador ponerse a tiro ya que la pieza «levanta» antes.
El perro de caza completo, una vez que entra a un potrero comienza con su ansiado rastro, posteriormente una vez ubicada la pieza la marca (estamos hablando del caso de la perdiz por ejemplo), espera que el cazador (varios metros atrás) llegue a él y éste, cuando esté listo para el tiro al vuelo, le ordena al can que se la levante (normalmente tocándole con sus pies las patas traseras). Si el cazador tiene suficiente velocidad y puntería para derribar a la pieza, el perro sale en su búsqueda, la cobra (la agarra con su boca, muy delicadamente sin dañarla), para llevársela hasta donde se encuentra su amo o cazador.
Cuando un perro marca un perdiz por ejemplo, ¿la está observando? No, el perro de caza no ve la pieza, la ventea. Esto es algo que muchos no saben, y otros dudan. El can sabe donde está ubicada la perdiz en éste caso por el olfato, a través de él registra su posición.
En terrenos donde existe mucho agua, el rastro se torna dificultoso, como también los días muy ventosos son difíciles para el perro en ésta tarea de cazar. Un perro bien preparado siempre trabaja contra el viento, jamás a favor.
Solamente un «hombre cazador por tradición», sabe lo que se siente en la sangre cuando se observa a un perro de muestra trabajar a la perfección: «escalofrío y emoción».
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