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enero 13, 2013 a las 2:23 pm #22953
elchacal
MiembroSaludos cordiales:
Así es como algunos medios desinforman y producen este tipo de noticias que abiertamente “analiza y diagnostica” que Los USUARIOS LEGALES somos los DIRECTOS RESPONSABLES y COMPLICES de que en el país existan armas de fuegos ILEGALES en manos de la delincuencia, y más aún que somos quienes lo hemos incrementado.
Para nada se menciona el gran flujo de armas ligeras de guerra en manos de las FF.AA. y de la PNP, que de alguna manera siempre termina en manos de los delincuentes, tampoco “toca sospechosamente a las FF.AA.” para nada, si en cambio solo menciona ligeramente a la PNP que alguna que otra arma “requisada” vuelva a circulación en el mercado negro.
Dado que uno de los temas tocado es “Importación por las armerías de armas baratas y de fácil acceso por la delincuencia”.
Dice el autor de la nota:
El director de la Superintendencia de Control de Seguridad, Armas, Municiones y Explosivos de Uso Civil (Sucamec, antes Dicscamec), general EP (r) Jorge Carcovich, sostiene que desde que asumió el cargo en marzo del 2012 (fecha posterior a la importación de pistolas baratas advertida por Mujica) no le consta el ingreso de ese tipo de armamento. Aunque sí admite que el gran surtidor de armas de fuego para la delincuencia urbana es el mercado formal.
O sea: “la armerías no tienen nada que ver, tampoco el contrabando, menos las FF.AA. y la PNP, ni el mercado negro…SOMOS NOSOTROS, LOS USUARIOS LEGALES, LOS PROVEDORES DE ARMAS DE LA DELINCUENCIA.
¿Quién lo dice?, justamente quien se supone es quien mejor que nadie en el Perú debería tener la verdadera respuesta….pero eso es lo que él maximo responsable de la entidad controladora dice (SUCAMEC) según el autor de esta nota.
El contenido y resto de la nota que es un enredo telenovelesco, con apreciaciones contradictorias, aceptadas hidalgamente por este autor, pues no le queda otra por lo evidente (al final acepta que los muertos no son los que dicen hay por asesinatos con armas de fuego) y más pareciera un “copy/paste” desordenado de varias notas similares y partes de un libro pretendiendo ser un «análisis serio y profesional» que la verdad no resiste ninguna lectura inteligente, no más de la que podríamos encontrar en alguna ardorosa discusión sobre el átomo o la teoria del «Big Bang» entre el emolientero de la esquina con la anticuchera, y con el fumón mas intelectual del barrio como moderador.
Lamentablemente este tipo de «NOTICIAS o ANALISIS» es lo que el 99% de quienes se oponen ciegamente a las armas, son las que leen, y es los que les «sirve de fundamentacion» para decir: «A las armas diles que no».
En fin ahí los dejo para “alegrarles” el fin de semana.
Mercado negro que provee a delincuencia tiene 150 mil armas.
La Republica.pe
Domingo, 13 de enero de 2013Paradoja criminal.
Reciente investigación de Jaris Mujica, de la PUCP, revela que en los últimos años las armerías peruanas importaron y vendieron pistolas de escasa calidad y bajo precio asequibles a la delincuencia urbana. Además, la mayor cantidad de oferta de armas legales está surtiendo al mercado informal. Una gran paradoja: los civiles armados para defenderse terminan alimentando el mercado negro en donde los delincuentes obtienen su poder de fuego.
Enrique Patriau
El mercado formal de armamento, de crecimiento en los últimos años, es el gran proveedor de la delincuencia urbana. En parte, gracias a la importación de armas de bajo costo, un fenómeno registrado en los últimos años. Y sobre todo porque las pistolas y revólveres que se venden legalmente terminan alimentando al mercado negro.
En los últimos 25 años el Estado peruano otorgó alrededor de 300 mil licencias para portar armas de fuego. Cerca de la mitad no han sido regularizadas. Esto significa unas 150 mil armas de las que nadie sabe nada.
Entre el 2007 y el 2009, aproximadamente, ingresaron al mercado formal pistolas importadas de baja calidad y poca duración que forman parte de lotes que no pasaron los requerimientos técnicos básicos, señala Jaris Mujica, investigador de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Sus precios reducidos las hacen asequibles a la delincuencia urbana. “Contrario a lo que se piensa, hay delincuentes que compran esas armas directamente en tiendas. El costo oscila entre 100 y 120 dólares”, declara Mujica, autor de Armas pequeñas en el crimen urbano: delitos, acceso y mercados ilegales de armas de fuego en Lima (PUCP, CLACSO), libro de reciente aparición.
La percepción de inseguridad en el país es muy alta. Los peruanos nos asumimos potenciales víctimas de delincuentes agazapados en cada esquina, lo cual ha originado que, cada vez en mayor proporción, la población civil busque hacerse de un arma de fuego para defenderse y ahuyentar el miedo. Teóricamente, armarse no es barato. La inversión mínima para un revólver o pistola de aceptable calidad es de unos 700 a 800 dólares.
Si bien un ciudadano preocupado por su seguridad –y con algo por defender– podría adquirir un arma de buena performance, difícilmente podría hacerlo la delincuencia común y su economía precaria. Pero, en el contexto de una creciente oferta y demanda, el mercado legal nacional ofrece estas armas cortas de precio reducido que no tienen una vida larga (soportan un promedio de 60 disparos como máximo antes de quedar inutilizadas debido a la fisura del cañón producto del recalentamiento). “Nadie quiere comercializarlas, salvo los armeros peruanos”, declara Mujica.
El director de la Superintendencia de Control de Seguridad, Armas, Municiones y Explosivos de Uso Civil (Sucamec, antes Dicscamec), general EP (r) Jorge Carcovich, sostiene que desde que asumió el cargo en marzo del 2012 (fecha posterior a la importación de pistolas baratas advertida por Mujica) no le consta el ingreso de ese tipo de armamento. Aunque sí admite que el gran surtidor de armas de fuego para la delincuencia urbana es el mercado formal.
Alimentando al mercado negro
“Lo maté en defensa propia”. En marzo del 2011, cuando regresaba a su casa, Juan Francisco Arce Alvarado fue interceptado por dos hombres armados para robarle. Arce sacó una pistola y mató a uno de sus agresores con un tiro en la cabeza. El cómplice huyó despavorido.
Su historia fue cubierta en los medios. Otros casos similares han sido motivo de interés periodístico. El más reciente es el del empresario Luis Miguel Llanos Carrillo, que abatió a dos ladrones. La pregunta nos la hacemos todos: ¿de dónde salen las armas usadas en los crímenes en Lima? La respuesta: del mercado formal.
En 25 años, señala Carcovich, el Estado ha otorgado alrededor de 300 mil licencias, un 60 por ciento a personas jurídicas (empresas de seguridad) y el restante a personas naturales. El problema es que la mitad de esas licencias, unas 150 mil, no se han renovado (la ley actual manda que la renovación sea anual). “Si no las tiene controladas el Estado, obviamente están en el mercado informal”, añade.
Diversos especialistas en seguridad aseguran que el mercado negro es el gran distribuidor de armas de la delincuencia.
Zonas rojas como Las Malvinas, Paruro, Leticia, La Cachina o Tacora suelen ser sindicadas epicentros de compra-venta.
¿Qué clase de armas se consiguen ahí? Pequeñas, antiguas y en estado de evidente desgaste a la mitad del precio en tienda formal, explica Mujica. El proceso de compra, además, es lento (puede durar días o nunca concretarse) porque no existe un stock almacenado. Las unidades son de muy difícil acceso.
El grueso del universo del armamento ilegal se compone de unidades adquiridas legalmente en su momento. Algunas habrán sido robadas, otras revendidas por sus compradores originales.
También, afirma Mujica, pueden ser armas requisadas por la Policía Nacional que, en vez de ser declaradas oficialmente decomisadas, ingresan al mercado negro (en la jerga, a esto último se le llama ruleteo). No se ofrecen armas de largo alcance, como ametralladoras ligeras, rifles o fusiles.
Además de estas armas ilegales, viejas y con una esperanza de vida útil muy corta, es posible adquirir en el mercado informal repuestos y partes, las llamadas hechizas (armas de fabricación artesanal que se construyen soldando tubos de acero galvanizado, de precio módico y escasa precisión) y réplicas que, obviamente, al carecer de un mecanismo de ignición no disparan y son empleadas por los delincuentes para amedrentar a sus víctimas. Desde luego, en una situación de asalto nadie se va a estar fijando si el amenazante revólver es real o no.
La gran paradoja
Los peruanos sienten que la inseguridad es el principal problema del país. Salir a la calle es una invitación al asalto. Según un estudio reciente de Gino Costa y Carlos Romero, del 2010, el Perú tiene el porcentaje más alto de América Latina en percepción de inseguridad.
Miles de personas confían su seguridad y la de sus familias a las armas de fuego.
Según Sucamec, en el 2011 se otorgaron 43 mil licencias y el 2012, 36 mil. Esto da 80 mil licencias en dos años.
Se ve: hay una reducción entre un año y otro. No tanto porque haya menos interesados en portar un revólver. Más bien, de acuerdo con Carcovich, responde a que los exámenes exigidos para la obtención de una licencia se han vuelto más rigurosos. “Se trata de entregar un arma a la persona más confiable posible”, explica. La intención es mantener el promedio de licencias admitidas. Y, si es posible, reducirlo.
Junto al interés ciudadano por defenderse se registra un aumento de las casas de ventas de armas.
En el 2006 funcionaban 36 negocios en Lima. En el 2010, de las 132 armerías a nivel nacional, 46 operaban en la capital. En resumen, hay más armas. Hay más lugares –formales– en dónde adquirirlas. Y hay más civiles armados.
“Hay una contradicción. Hay más armas y más locales para su venta. También hay un incremento considerable de las denuncias de robos con armas de fuego. Pero lo que no hay es un aumento correlativo de muertos por disparos”, explica Mujica. En realidad, de acuerdo con la data comparativa ofrecida en su libro, la tasa de homicidios con armas de fuego en Perú es de las más bajas de toda la región. Países como El Salvador, Jamaica, Honduras, Guatemala y Colombia nos superan en dicho rubro, largamente. Un dato revelador para un país en donde la idea instalada es que las balas pasan silbando sobre nuestras cabezas.Claro, la sensación de inseguridad, justificada o no, existe. Y esto va de la mano con la extendida oferta de armas. La ley del mercado.
La gran paradoja es que ese mercado formal de armamento, primero, ofrece unidades con precios reducidos a las que la delincuencia puede acceder directamente y, segundo,termina abasteciendo al mercado negro.
La Browning de «Gringasho»
¿Cómo obtuvo «Gringasho» una pistola Browning calibre 45?
El arma había sido entregada apenas ganó la calle, el 31 de diciembre. “Se trata de un arma de fuego más poderosa que las que usa la policía. Esa pistola pertenece al Ejército”, reveló un oficial de la Dirincri.
Otro caso es el de M.H. Tiene 17 años y pertenece a una pandilla de Comas denominada 'Sicarios'. Lo sorprendieron con dos pistolas 9 mm. “Pagué 280 ‘lucas’ por las dos. Un amigo tiene el contacto en Las Malvinas. Son armas usadas que ellos las venden sin número de serie. Las balas es más fácil conseguirlas”.
“El comercio de armas que caen en manos de jóvenes delincuentes es una espiral que crece imparable”, dice el jefe de la Dirincri, general César Cortijo.
Fuente:
http://www.larepublica.pe/13-01-2013/mercado-negro-que-provee-delincuencia-tiene-150-mil-armas -
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