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febrero 2, 2013 a las 2:59 pm #23032Cecilio AndradeMiembro
¿Es posible buscar precisión en condiciones de estrés?
A todo profesional armado le disgusta hallarse en el campo de tiro, ya sea solo o con más compañeros, evidentemente en este último caso la situación es más indeseable, y descubrir que el blanco asignado tiene muy pocos “agujeros”. Para evitar una situación tal casi siempre se intenta minimizar los escenarios que pongan de manifiesto las propias limitaciones, al menos en público, buscando asegurar ese disparo, el primero si es posible, que certifique la tan deseada e hipotética neutralización instantánea del supuesto agresor.
“Si, si, vale. No he agrupado y he fallado los dos últimos disparos, pero con el primero lo he parado en seco”, algo así suele oírse a modo de mantra. Pero, aparte de cómo excusa, ¿sirve de algo más? Y sobre todas las cosas ¿es realista?
Para algunos profesionales armados todas las tácticas y movimientos que se realicen durante la neutralización de un ataque son una pérdida de tiempo, lo que realmente importa, según ellos, es acertar con precisión, y sobre todo el primer disparo. Esta línea de pensamientos busca disparar con la máxima precisión y una gran presión… de tiempo. Buscan mantener y alinear los elementos de puntería durante toda la acción. Según esta filosofía, el disparar mientras se sale de la línea de ataque del adversario, solo sirve para tres cosas, para fallar los disparos de manera estrepitosa, para correr el riesgo de tropezar y caer, y para tener una excusa para convocar cursos.
Por desgracia la realidad es solo una, la presión de tiempo no se acerca ni de lejos a la presión vital de defender una vida, sobre todo la propia. Esa es la gran diferencia entre un tirador deportivo y un profesional armado, y no las técnicas de tiro. Existen aun así muchos tiradores que realmente creen encontrarse plenamente capacitados para disparar bajo presión vital simplemente porque son capaces de agrupar sus agujeros en el blanco en un espacio muy reducido y en un tiempo más reducido aún.
Suelen ser buenos competidores, rápidos en desenfundar al escuchar un pitido o una orden y precisos al realizar sus disparos, lo cual como hemos dicho, los convierte en buenos competidores.
Pero la vida real no es una competición, al menos, en lo que como profesionales armados entendemos, no del tipo en la cual podamos volver a intentarlo si perdemos hoy.
Los agresores no son ineptos, lentos ni indecisos, el acertar el primer disparo con precisión e inmovilidad suele implicar que el malo también acierta con su ataque. En teoría un empate, en la realidad… lo que ud´s prefieran pensar. Pero se piense lo que se piense, los adversarios reales jamás se comportan como bancos de cartón.
Cuando se asume esto, es cuando comienzan los problemas, o eso piensan algunos. Los disparos ya no quedan como una bonita y diminuta agrupación, ya no se pueden ver claramente los elementos de puntería, se difuminan, desaparecen e incluso, gran sacrilegio, ni se acuerdan de buscarlos durante la acción de disparo.
Y de realizar solamente un doble-tap ni hablamos, el profesional acaba disparando hasta que realmente cree que el agresor esta neutralizado, o en el peor y menos deseable de los casos, hasta que su arma se queda sin munición.
Otro argumento que sale a la palestra sobre esta cuestión hace referencia a la supuesta dificultad de instruir de manera rápida, segura y eficaz a gran cantidad de alumnos si hay que realizar movimiento y fuego. Permaneciendo inmóviles es sencillo y muy seguro adiestrar a gran cantidad de alumnos en poco tiempo. Pues bien, la realidad vuelve a decirnos que esto es incierto, teniendo claros los parámetros de trabajo, las medidas de seguridad y el nivel de los alumnos, en el mismo tiempo que logramos hacer que agrupen en un naipe, podemos conseguir que se muevan y alcancen eficazmente con sus disparos al blanco, eso sí, quizás no todos queden contenidos en ese naipe.
Otro alegato muy común es el de que para conservar esas habilidades de tiro en movimiento se requiere invertir mucho tiempo en su mantenimiento, ya que en una situación real bastante tendremos con disparar con eficacia como para complicarlo más con el movimiento.
¿Es real esa excusa?
Cuando alguien nos va a golpear con el puño, un palo o un cuchillo, ¿no es la reacción más natural la de apartarnos de ese ataque? Entonces, si la reacción instintiva natural ante una agresión es la de apartarnos ¿qué más necesitamos entrenar? Solo la parte más técnica del uso eficaz y preciso de un arma de fuego, algo que por otro lado tendremos que hacer igualmente si permanecemos inmóviles.
No requiere más tiempo, solo una mejor percepción de lo que implica una acción real, cómo se reacciona, cual es la pauta más probable, la más peligrosa, y sobre todo, de conseguir mediante el entrenamiento, de encauzar unas reacciones instintivas naturales de forma correcta, y de conjugarlas correctamente con unas reacciones instintivas adquiridas.
Realismo.
En reportajes previos se intentó dejar lo más claro posible que sin un trabajo de doble acción, fuerza contra fuerza (FoF), cualquier planteamiento de adiestramiento realista sería, cuando menos, inexacto. Igualmente hemos visto en el presente trabajo que los ejercicios exclusivamente de puntería no bastan.
Hay que ponerse a prueba bajo un contexto que simule de la mejor manera posible una situación real, de tal forma que eduquemos nuestros reflejos de una forma acorde.
Podemos realizar infinidad de ejercicios de tiro en movimiento, evidentemente siempre limitados por seguridad, ya sea en un campo o en una casa de tiro, pero aun así, siempre faltará la impredecible realidad de un enfrentamiento ante un agresión humana. Como se suele decir, un profesional es predecible, pero el mundo está lleno de aficionados, y debemos entrenarnos.
Es por ello que deben estudiarse escenarios, en los que el alumno desconozca la mayoría de los parámetros de actuación, como le sucederá en la vida real. Habrá escenarios en los que el alumno no deba disparar, otros en los que sí, algunos donde se busca que estudie la situación previa, y luego evalúe su proceder buscando posibles variantes.
Hay que estudiar las acciones previas a la acción, la reacción, y las acciones posteriores, mucho más que la puntuación de los disparos en una hipotética e irreal diana.
Existe el riesgo que busque formas de actuación demasiado prematuras, que actúe sin fundamento alguno, o que salga frustrado de un supuesto bajo rendimiento o fracaso, con lo cual el temor a repetir ese fracaso le haga bajar aún más su capacidad de reacción.
Tiempo al tiempo.
Todo ello requiere un tiempo, un paso a paso, una comprensión gradual, y una más gradual puesta a punto. Si imaginamos a un boxeador que lleva años pegándole al saco, sin realizar ejercicio alguno más, ni sombra y mucho menos combates con adversarios reales; y le obligamos a realizar su primer combate con alguien del nivel de Mike Thyson, lo que ocurrirá es más que sabido ¿no creen?
Todo tiene su tiempo, todo tiene sus fases y su forma, y si no queremos llevarnos a engaño, ya sea de optimismo o de pesimismo excesivo, debemos darnos ese tiempo y esa comprensión.
Nadie muere.
Es obvio que en cualquier ejercicio de entrenamiento nadie muere, nadie resulta herido, salvo quizá alguno en su amor propio, y por ello la realidad no es todo lo real que se busca recrear. Sabemos también que alguien hará algo, y debemos responder de alguna forma previamente comentada o estudiada. Ese saber previo es lo que aparentemente lo convierte en irreal y en ineficaz herramienta de aprendizaje. Pero ello no es totalmente cierto.
Cuando somos receptores de varios impactos de munición de pintura, de bolas de airsoft o de un cuchillo simulado, nos damos cuenta de lo sencillo que es morir. Ver la velocidad a la que se desenvuelve un ataque real cambia mucho los puntos de vista.
Criterio de adiestramiento.
En algunos programas de adiestramiento se enfatiza la inmovilidad y la estabilidad, y en algunos casos utilizando una ropa y equipación que proporcionen una comodidad de la que no se dispone en el día a día profesional.
Un entrenamiento realista debe finalizar la sesión dejándonos cansados y empapados en sudor, posiblemente doloridos, y en muchos casos heridos en nuestro amor propio. Debe ser un considerado un entrenamiento de artes marciales, ya que eso es lo que es, independientemente de la modernidad de las armas que se empleen.
Para ello necesitamos un buen criterio de adiestramiento y compañeros en nuestra misma onda profesional. Con ambas cosas es relativamente sencillo constatar la eficacia de determinadas técnicas, de establecer unos parámetros de respuesta eficaz e instintiva.
Tanto el agresor, o agresores, como el defensor pueden sacar muy buenas conclusiones y lecciones aplicables en futuras actuaciones. Para ello cada uno debe tener unos conceptos directores y unas metas claras. El profesional armado debe responder a la acción agresiva, y esa es la cuestión primaria, responder, jamás anticipar ya que ello convertiría el ejercicio de entrenamiento en irreal, y la acción real en delictiva.
Esto nos acerca a otro concepto muy importante, pensar como el malo. Nuestros compañeros, actuando como agresores, deben ser verdaderos chicos malos, ello repercutirá en el adiestramiento de dos formas. Primero haciendo que el atacado pueda verse en una acción de respuesta real, tanto en tiempo como en astucia y en improvisación y/o premeditación. Pero al agresor le permitirá ponerse en el papel de chico malo lo cual le dará una compresión clara y cabal de la otra cara de la moneda.
Eso sí, y esto es muy importante, el ego personal debe permanecer fuera de estos ejercicios, de no ser así solo estaremos perdiendo el tiempo.
Por último hay que controlar la duración de los escenarios para evitar que un exceso de energía acabe degenerando en un juego del tipo te he dado más veces que tu a mi. La munición de entrenamiento o de airsoft no tiene capacidad de parada, aun cuando pican un poco al acertar ciertas partes del cuerpo, por lo que resulta muy fácil acabar el ejercicio simplemente intentando dar tantos bolazos como nos han dado a nosotros.
Hay que mantener el control en todo momento, como ocurrirá en la realidad, y realizar las acciones precisas y necesarias, ni una más, como en la realidad.
Esa es otra faceta que también hay que entrenar como profesionales armados, el empleo de la mínima fuerza necesaria.
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