Con o sin munición…. Recargando.

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    Con o sin munición…. Recargando.

    Por Cecilio Andrade.

    Varios métodos, pequeños tips, y todos son válidos.

    En todo  saber humano nos encontramos con diversas formas de alcanzar las mismas metas, y los procedimientos suelen ser más o menos correctos. Normalmente estos distintos procedimientos suelen ser honestos intentos de dar una  solución a un mismo problema, pero visto desde experiencias y conocimientos distintos. Y con la necesidad de cambiar un simple cargador a nuestra arma no podía ser menos, varios procedimientos, y diversos tips, algunos supuestamente antagónicos y, para muchos profesionales, solo hay un único correcto.

    Pero… ¿y si realmente no existe un único procedimiento? ¿Y si la situación, el entorno, el estado de uno mismo definan mejor que procedimiento usar? ¿Y si esos tips en lugar de ser antagónicos son igualmente adaptativos a según qué circunstancias?

    Antes de entrar en procedimientos y tips permítanme explicar un poco de mi terminología, que ya me ha traído más de un comentario.

    Reactivo y proactivo.

    En el idioma castellano, y más en sus versiones internacionales, tenemos infinidad de términos para definir cuando cambiar un cargador, emergencia, táctico, operativo, etc. Todos ellos definiendo la situación del entorno en la que realizamos dicha acción. En mi caso uso estos términos, “proactivo” y “reactivo”, para definir cómo actúa nuestra mente ante una acción determinada.

    Una acción proactiva es, para mí, cuando la realizamos por propia y consciente decisión. En el caso de una recarga es cuando decidimos cambiar el cargador para poder disponer de uno completo en nuestra arma, no tiene que haber prisa ni premura de tiempo, solo actúo y pienso de forma activa y preveo posibles acciones y necesidades futuras.

    Por el contrario, una acción reactiva implica reaccionar ante una situación dada, en el caso que nos implica, nuestra arma se queda sin munición, el hecho que estemos frente a un adversario o no es lo de menos técnicamente hablando. Reaccionamos ante un hecho que hay que subsanar con la mayor premura posible, actuamos de forma reactiva.

    Como ven, mis definiciones hacen mención a la actitud mental que debemos tener, sin entrar en cuestiones particulares ni situaciones. Considero que es la mente nuestra principal arma y por tanto la que debemos afinar y afilar, empezando por utilizar términos que le faciliten dichas acciones.

    Con esta definición podrán ver por qué uso estos dos términos en muchos casos, no solo recargando, si no también en tiro reactivo o proactivo, acciones reactivas, planificación proactiva, etc.

    Recargando el arma

    Ante esta acción, recargar, tenemos dos posibilidades, recarga reactiva o recarga proactiva, ahora bien, mientras la recarga reactiva solo tiene un procedimiento básico, la proactiva tiene dos procedimientos a considerar, eso sin contar una serie de pequeños tips que para algunos son inamovibles.

    El trabajo con armas nunca nada es inamovible, muy al contrario es adaptativo y evolutivo, a lo largo de la historia el mejor guerrero y táctico ha sido siempre el que más rápido ha sabido adaptarse y aplicar las nuevas armas y técnicas.

    Empecemos con la más rápida, la recarga de forma reactiva.

    Recarga reactiva.

    El procedimiento básico es sencillo, detecto que me he quedado sin munición y mientras con una mano presiono la expulsión del cargador vacio la otra mano va por uno lleno introduciéndolo de forma inmediata mientras el vacio cae y dejando el arma lista para hacer fuero. Aquí la prioridad es tener el arma lista para seguir disparando lo más rápidamente posible, que el cargador vacio cae al suelo y se pierde es lo de menos, el riesgo es mayor que el factor salvar equipación.

    Hasta ahí todo está bien y claro, pero veamos pequeños detalles.

    Desde mis primeros días en el ejército se empeñaban en que contara los cartuchos para saber cuándo recargar sin quedarme con el arma vacía, como procedimiento muchos lo conocerán. Ahora bien, ¿cuántos realmente lo hacen con verdadero estrés?, cuando la cabeza quiere ver lo máximo posible, cuando queremos abatir ese blanco antes que él a nosotros, cuando el entorno se reduce al ancho de nuestras miras, ¿Cuántos de Uds. cuentan sus cartuchos?

    Si lo hacen, mis felicitaciones, entonces pueden poner en práctica uno de los tips, dejar un cartucho en recámara mientras insertan un cargador nuevo y completo, ahorrándose el paso de acerrojar su arma.

    Para los que no les es posible contar en situaciones de verdadero y real estrés, siempre aconsejo que no pretendan acerrojar sus armas, las que sean, armas o cortas, presionando diminutos botones o palanquitas, para llevar su cierre adelante con un cartucho en recámara. Esto lo comento por varios motivos, las prisas, el sudor, el uso de guantes, la perdida de tacto fino con la adrenalina, entre otros, hacen que sea muy difícil encontrar esos botoncitos y palancas cuando la vida está en juego. Por otro lado no siempre los cierres se quedan atrasados y bloqueados con el último cartucho de un cargador, pudiendo ser la causa de una pérdida mayor de tiempo, al creer tener un cartucho en recámara y estar esta vacía. Siempre recomiendo acostumbrarse a acerrojar tirando del cierre, ya sea una pistola o una palanca en un fusil.

    Aun así, no considero incorrecta la técnica de entrenar esa presión en palancas o botones, la repetición hasta la saciedad puede conseguir minimizar los errores de tacto, de forma que se conviertan en inexistentes. No obstante, aun así existe el riesgo de que el cierre haya quedado adelantado con la recámara vacía y debamos acerrojar. Personalmente prefiero aprender un solo movimiento que me resuelva cualquier situación. Y por otro lado, cada arma, las largas sobre todo,  tienen su forma de acerrojar específica, entrénenla, un AK no es un G36, ni un FN FAL es igual a un FN Five Seven.

    A este tenor hay quien comenta que no debemos deshacernos del cargador vacío hasta que el lleno esté casi en el arma. Las razones pueden ser múltiples y variadas, aunque en mi opinión estando el arma vacía lo que nos interesa es tenerla despejada lo más rápidamente posible para insertar el lleno.

    Entrenando ambas manos, y sus dedos con ellas, pueden trabajar de forma simultánea, una desalojando un cargador vacio y otra llevando e introduciendo el lleno. Se puede conseguir tiempos muy buenos tanto con arma larga como corta entorno al 1.95 segundos por lo bajo y 3 segundos en lo alto, pero incluso 4 segundos puede considerarse una buena marca si con ella como referencia entrenamos para ir reduciendo ese intervalo.

    Recargas Proactivas.

    Como ya vimos, en este tipo de recarga no hay premura de tiempo, decidimos completar la munición de nuestra arma por lo que pueda suceder, pero no tenemos un peligro inmediato enfrente. Por tanto no es necesario deshacernos de nuestro cargador a medio usar, a veces unos pocos cartuchos pueden marcar la diferencia, si los tenemos, claro.

    Las recargas proactivas difieren poco de las reactivas, salvo en que el cargador usado debe ir a algún lugar, y en esto ya vemos el primer tip diferenciador de los dos sistemas de recarga proactiva.

    Procedimiento uno de recarga proactiva.

    Aquí la mano principal procede a soltar el cargador usado mientras la mano de apoyo  lo extrae y lo coloca  o deposita  antes de ir por un cargador lleno e introducirlo. Los tips posteriores son idénticos  a los comentados en el caso de la recarga reactiva, no varían en nada, salvo que normalmente no es necesario acerrojar el arma.

    Alguno se habrá dado cuenta que escribí, “coloca o deposita”, ¿Qué diferencia hay? Antes de continuar hagamos un pequeño inciso: no recomiendo situar cargadores a medio usar junto con los llenos, las confusiones que se pueden crear podrían resultar letales.

    El cargador usado debe ubicarse con nosotros y disponible para un caso de necesidad, pero separado de los llenos. Podemos ·”colocarlo” entre nuestro cinturón y el abdomen, dentro de la camisa o chaleco  si llevamos, o incluso en un bolsillo en la peor de las soluciones. Pero también podemos depositarlo en una bolsa de descarga situada para estas acciones en nuestro cinturón.

    En ambos casos disponemos de ellos en una emergencia pero no se mezclan con los completos.

    Los detractores de este procedimiento alegan que el tiempo de recarga se ralentiza en exceso, lo cierto es que en ejercicios cronometrados los tiempos han coincidido casi en exactitud con las recargas reactivas, con mínimos  de 1.98 segundos y máximos aceptables de 3.30 segundos.

    Lo cierto es que este procedimiento es sencillo de entrenar ya que la mano de apoyo solo debe realizar un movimiento, con lo que la habilidad y el tiempo invertido en toda la acción es bastante asimilable y sencillo de mantener. Por otro lado los problemas de tacto y estrés se ven bastante reducidos al no implicar movimientos ni agarres finos.

    Procedimiento dos de recarga proactiva.

    Esta recarga implica que debe realizar dos movimientos y acciones relativamente complicadas, pero no imposibles si las entrenamos con dedicación y constancia.

    La mano de apoyo va por un cargador lleno. Mientras lo mantiene  sujeto entre el pulgar y el índice y corazón, con el meñique y el anular y el talón de la mano agarra el cargador usado que está liberando en ese momento la mano principal. Lo extrae y lo mantiene retenido, mientras con un giro de muñeca introduce el cargador lleno. Tras lo cual lleva el cargador usado al mismo lugar comentado en la recarga anterior.

    Los defensores de esta posición comentan que de esta forma el tiempo sin munición es mínimo; y los detractores alegan que el stress, sudor, humedad, guantes, tamaño de las manos y habilidad requerida lo hacen muy negativo como procedimiento.

    Lo cierto es que con entrenamiento y buen criterio se puede conseguir tiempos entre 2.12 y 3.40 segundos casi con cualquier arma, cosa que está bastante bien.

    Ciertamente la mano de apoyo debe realizar algunas acciones de ir, volver y manejar volúmenes grandes, pero insisto, sin recomendarla no la considero negativa ni contraproducente, yo mismo tengo manos muy pequeñas y recargo un AK47 sin mucho problema. Tan solo requiere una inversión en tiempo de entrenamiento y mantenimiento algo mayor que la técnica anterior, pero nada que no se pueda llevar a cabo por un buen profesional con un buen trabajo previo.

    Recarga con cargadores unidos.

    Con arma larga es muy habitual ver a operadores con dos cargadores unidos, ya sea por procedimientos de circunstancias, cinta adhesiva por ejemplo, o porque los fabricantes ya prevén esa idea y facilitan cargadores con tetones para unirlos a gusto del consumidor.

    Personalmente no lo uso, y los motivos que alego para ello son varios., aun reconociendo que la recarga es extremadamente rápida.

    Para empezar es el transporte, en los porta-cargadores es bastante difícil llevarlos y extraerlos, cuando más introducirlos en el arma de forma rápida; pero en el arma misma, el centro de gravedad , el peso y volumen hacen que el  porteo resulte un poco incómodo, aunque esto último se puede subsanar y trabajar.

    Considero que el desequilibrio del arma es muy acusado, restando además un agarre correcto tanto antes del cambio (el cargador numero dos suele quedar a la izq.  estorbando a la mano de apoyo), como después de cambiar. Suele generar problemas de empuñamiento de la mano de apoyo, que debe aprender a empuñar de dos formas, con cargador doble y con uno simple.

    El peso mayor de dos cargadores unidos hace que una caída de los mismos pueda resultar más destructiva que el de un cargador solitario. Así mismo el retén suele sufrir mucho más al soportar mayor peso así como una torsión por el peso desequilibrado en algunas armas.

    Alguna interrupción, doble alimentación por ejemplo, requiere tirar  el cargador al suelo, si van dos unidos podemos perder no solo el que generó la interrupción si no el lleno al que va unido.

    En general debemos aprender a realizar dos tipos de recargas distintas, una con cargadores unidos, y otra con cargadores simples, exigiéndonos mayor inversión de tiempo y trabajo.

    Ciertamente es otro procedimiento, y tiene buenas cualidades, pero que en mi opinión adolece de otras características que requieren mucho tiempo invertido, riesgos, aprendizaje y mantenimiento de movimientos distintos para un único resultado final, tener el arma con un máximo de munición en el menor plazo posible.

    Unos pequeños tips.

    He visto infinidad de exhibiciones de recargas  en las que los operadores las realizan en apenas algo más de un segundo, cuando deciden recargan y punto. No chequean el arma, no apartan ropa o equipo, no montan el arma, tan solo recargan. Y eso está muy bien, da habilidad motora y confianza.

    Ahora bien, un operador táctico o un policía no llevan sus cargadores, ni de pistola ni de fusil como un tirador de IPSC, sino más bien un poco más trabados y/o tapados y protegidos. Si hablamos de un escolta, un policía de incognito o un usuario civil, si bien puede llevar portacargadores más parecidos a los deportivos y de extracción rápida, estos suelen ir tapados por una chaqueta o algún tipo de prenda.

    Conclusión, la extracción suele ser algo más complicada y debemos entrenarla con más ahínco por ello mismo, eso si, seguro que no es tan glamurosa ni ultraveloz vista en video. Entrénenlo también.

    Por otro lado también realizan su ejercicio, con munición o no, y saben que en determinado momento deben recargar y lo hacen sin más. Lo cierto es que en el 99.99% de los casos cuando el arma deja de funcionar y hacer bang,, el cerebro no sabe que pasa, y sigue presionando al menos un par de veces el disparador antes que giremos y levantemos el arma para ver porque no funciona, y entonces se enciende la bombilla del “¡estás sin munición, tontolaba, cambia el cargador!”, y a partir de ahí empieza el reflejo que hayamos entrenado.

    ¿Cuántas veces han visto ese sencillo gesto en una demostración? Pocas, ralentiza una acción de demostrar lo rápido que recargamos. Pero lo cierto es que no es lo mismo tener una interrupción que quedarnos sin munición, y las acciones son distintas, por lo que es importante definir que ha enmudecido nuestra arma y actuar en consecuencia, y por ende debemos incluirlo en entrenamiento.

    Muchos operadores y usuarios llevan sus cargadores de repuesto en distintos ángulos, posiciones, unos con la punta hacia adelante y otros hacia atrás en sus portacargadores, ojala no los esté liando, de tal forma que la mano que los agarra no sabe en que posición están antes de dirigirlos hacia la embocadura del arma, teniendo que girarlos en el último momento o en el peor de los casos pretender introducirlos al revés, y en muchos casos lo logran, con los problemas de interrupciones y mayores retrasos que implica todo ello.

    Coloquen sus cargadores todos simétricos, “mirando” hacia adelante o hacia atrás, no importa, y luego entrénenlo, que su mano siempre haga el mismo movimiento, sea la primera, segunda o decimoctava recarga que deba efectuar, su mano solo debe aprender un gesto.

    Una de las pocas veces que recomiendo apuntar el arma hacia arriba es en una recarga, todos acabamos mirando el arma aunque tan solo sea una décima de segundo. Por ello recomiendo tenerla casi frente a nuestra cara y un poco más baja, de un palmo y medio a dos palmos de distancia aproximadamente, la llamada zona de trabajo, de tal forma que aunque tengamos que mirar ese cargador que no quiere entrar podamos seguir vislumbrando nuestra zona frontal  de riesgo. Nunca debemos perder de vista la zona de riesgo y este es un buen tip para conseguirlo y a la vez recargar.

    Podría comentar otra vez el motivo de porque montar la corredera de la pistola con toda la mano, o el uso de la palanca en armas largas, pero tan solo les recordaré lo comentado al principio de este reportaje.

    Conclusiones.

    Cualquiera de los procedimientos comentados es correcto, a pesar de mis acotaciones negativas en algún caso, siempre y cuando sepamos reconocer los puntos fuertes y débiles de cada uno de ellos, y la idea final que debemos tener en claro, nosotros somos los únicos que conocemos como y en que circunstancias vamos a actuar, por lo tanto cada uno debe decidir que procedimiento reúne las máximas condiciones favorables para salir con bien en una actuación armada.

    Un consejo más, intenten conseguir una serie de procedimientos que se apoyen mutuamente, que un máximo de movimientos que coincidan entre si, reducirán mucho tiempo de entrenamiento tanto para generar el reflejo correcto como para mantenerlo.

    Pero recuerden también, no existen procedimientos absolutos y perfectos, todos tienen pros y contras que debemos conocer para poder sacarle el máximo rendimiento y servicio.

    No se inmovilicen, ni física ni mentalmente…. Mantengan el movimiento.

    Pero recuerden, solo es mi opinión, una más,  ni más ni menos.

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