10 Consejos para no pecar de vanidad

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    Giova
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    Nada de andar presumiendo de su virilidad.

    1 ¿Quién manda a quién? Podrá ser usted un emprendedor de pura cepa o tener un puesto envidiable en la directiva de una transnacional. Sin embargo, no es de caballeros ufanarse de su cargo ante la dama que pretende seducir. Su mejor tarjeta de presentación será mantener sus logros en perfil bajo, sin dar mucho detalle sobre su función en la empresa. Será mejor que ella lo descubra cuando lo busque en LinkedIn, o cuando vaya a visitarlo a la oficina y se dé cuenta de que el jefecito es usted.

    2 Lluvia de millones. Cierto, billetera mata galán, pero la imagen del magnate buceando en cerros de papel moneda lo puede presentar como un pituco a ultranza. No se equivoque, a ellas les encanta el poder. Sin embargo, un poco de humildad (coronada por sus contribuciones a una fundación de bien social) lo hará quedar como el corazón noble que todas desean conquistar.   

    3 Todo queda en familia. Uno puede provenir de un poderoso linaje o ser dueño de medio Perú, pero ella no tiene por qué saberlo hasta que se presente la ocasión propicia. El secreto radica en no lucir como el engreído que nació en cuna de oro, sino como el hombre capaz de continuar la tradición familiar. Años antes de subir al altar, su novia ya querrá firmar con su apellido. 

    4 Cupido motorizado. Para todo hombre, su auto es una extremidad más del cuerpo. Estar al volante lo hace sentirse dueño de su destino y nada más estimulante si viaja acompañado de una copiloto. Sin embargo, muchos retan a cuanto chofer se les cruce en el semáforo, solo para llamar la atención de la dama. No tienen en cuenta de que ellas no buscan un adicto a los piques, sino un caballero que les abra la puerta antes de subir al auto.   

    5 Míster Olimpia. Hay hombres que, cual Narciso, se pasan horas viéndose los músculos en los espejos del gimnasio. Se visten para una cita de tal manera que traslucen la fisonomía escultural. Hacen demostraciones de fuerza destapando la cerveza con el meñique, y ponen voz de macho para pronunciar frases que se traducen en: “Flaca, ¿te das cuenta de lo fresh que soy?”. Mejor que sea ella quien descubra el tiempo invertido en las pesas cuando, muy galán él, le ceda uno de sus bíceps al salir a caminar.   

    6 El raje prohibido. Es de poco hombre despotricar contra las ex frente a una nueva conquista o hablar pestes de las personas que ambos conocen. De inmediato, imaginará lo que se dirá de ella minutos después de despedirse. Por si fuera poco, el rajón quedará como un inseguro y un resentido. Reservar un comentario acertado en la punta de la lengua puede ser un arma de seducción, pues demostrará que usted es lo suficientemente interesante como para no andar fijándose en la vida de los demás. 

    7 Un millón de amigos. No son pocos los que andan presumiendo de las influyentes amistades con las que se codean. Al decir que juegan tenis con un ministro o que veranean junto a una estrella de la tele, piensan que sus bonos suben porque todos creerán que forma parte del jet set. Nada más alejado de la realidad, solo serán considerados como arribistas del montón. En cambio, si en plena cita la estrella del momento se acerca a saludarlo como un compadre del alma, por supuesto que eso sí llamará la atención. “¿Lo conoces?”, preguntarán ellas muy sorprendidas. “Ah, sí…”, será la respuesta perfecta para dejarlas intrigadas. 

    8 Vestido para matar. La gracia no está en vestir los trapos más caros, sino lucir la ropa que traduzca su personalidad. Sea elegante, pero también véase y siéntase bien frente al espejo, que eso se reflejará en su personalidad. No tiene por qué llevar un relojazo de oro a la muñeca para ostentar su situación, y mucho menos si este lo hace verse como si hubiera ganado la lotería ayer.   

    9 Dicen que soy un payaso. Quien se jacta de su sentido del humor suele terminar aburriendo a su cita o, peor aún, dándole lástima. Es bueno que una mujer se ría y pase un buen momento, pero si toda la noche usted quiere pasársela contándole chistes, mejor llévela al circo. La gracia está en arrancar una sonrisa que genere complicidad, y en escuchar atento a la interlocutora, pues eso será el combustible para mantener la conversación siempre amena.

    10 Hazte fama (y no te eches a la cama). Nada de andar presumiendo de su virilidad, pues la decepción en el lecho podría ser mayúscula. Lo mejor será seguir los nueve pasos anteriores para poder llegar al momento de la verdad. A partir de entonces usted juega solo y no habrá billetera, apellido o bólido que le valga de ayuda.

    Fuente: «Ellos & Ellas», Revista Caretas, enero 24 2013.
    Transcrito tal cual, sin aluciones personales para nadie, sin mala intención, todo en buena onda.

    Bendiciones.

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